Resuelven el misterio sobre la muerte de la primer 'ave del terror' hallada en Colombia: habr??a sido devorada por otro animal gigante
Investigadores revelaron nuevos detalles sobre c??mo interactuaban los animales que habitaron el desierto de La Tatacoa hace 12 millones de a??os.
Durante 20 a??os este fragmento de la pata del ave del terror permaneci?? sin ser descrita en la colecci??n del museo La Tormenta en Villavieja, Huila.
Foto:
Sergio Acero Yate / El Tiempo
El a??o pasado, investigadores colombianos revelaron el hallazgo de una pieza que hasta ese momento hab??a estado perdida en la historia de la paleontolog??a latinoamericana:
el primer registro que corroboraba que las aves del terror s?? estuvieron presentes en el norte de suram??rica
. Y es que, hasta ese momento, restos de fororr??cidos (Phorusrhacidae) ???como se le conoce a esta familia de aves extintas??? solo se hab??an encontrado en lo que hace millones de a??os fueron amplias praderas lejos de los tr??picos.
A ese importante descubrimiento se le suma ahora nueva informaci??n obtenida sobre c??mo fue la vida y, sobre todo, la muerte de este animal en lo que hoy es Colombia. Un nuevo estudio, publicado en la revista
Biology Letters
, ahond?? sobre los indicios que se ten??an alrededor de unas marcas encontradas en el fragmento del f??sil que se hall?? del ave del terror en la colecci??n del
Museo de la Tormenta
, en el desierto de La Tatacoa, las cuales
se??alaban que que esta ave habr??a recibido una mordida de un animal extinto que pudo haber ocasionado su muerte
.
Buscando pistas para esclarecer hechos que ocurrieron hace unos 12 millones de a??os, los investigadores compararon las marcas del f??sil con trabajos anteriores de especialistas en tafonom??a ???ciencia que estudia los eventos que pudieron haber afectado a un organismo desde su muerte hasta su descubrimiento como f??sil??? sobre mordidas en huesos y en qu?? condiciones pueden haber ocurrido, dependiendo de las caracter??sticas halladas en los f??siles.
Representaci??n del encuentro entre el Purussaurus neivensis y el ave del terror.
Foto:
Juli??n Bayona Becerra
Las encontradas en el f??sil del ave del terror, por ejemplo, son una serie de depresiones ovaladas, que, seg??n explica el Jorge W. Moreno Bernal, candidato doctoral de la Universidad del Norte y uno de los autores de la publicaci??n, corresponden a un objeto duro que se hundi?? en el hueso. ???
Esas esas mordeduras son igualitas a las mordeduras de los cocodrilos porque tienen en forma ovalada, tienen unas peque??as muescas a ambos lados que corresponden a las crestas que tienen los dientes de los cocodrilos
y lo que hicieron Luis Gonzalo Ortiz-Pab??n y Siobhan B. Cooke, junto a otros investigadores que participaron en el estudio, liderado pero Andr??s Link, profesor de la Universidad de los Andes, fue escanear la superficie de estos huesos para producir unos modelos en 3D???, detalla.
Este modelo en 3D le permiti?? a los cient??ficos identificar que lo que estaban observando en el hueso era una hilera de marcas en la ca??a del hueso muy similares a las que deja una sola mordida hecha con mucha fuerza, congruente con la forma en que los cocodrilos procesan lo que se comen. ???Un cocodrilo agarra una pata o una pierna y la jala, la sacude o la retuerce. ??l no est?? como un perro mordiendo el hueso y da????ndolo de tanto roerlo???, indica Moreno Bernal.
Adem??s,
los investigadores pudieron establecer que la mordida hab??a ocurrido cuando el ave del terror ya estaba muerta, al no hallar signos de sanaci??n en el hueso
, y que, probablemente, lo que ocurri?? es que el cocodrilo buscaba transportar a su presa. ???Si hubiera sido la mordida de ataque hubiera generado un una ruptura m??s grande en el hueso La mordida no atraviesa el tejido cortical. Se produce con mucha presi??n, pero tambi??n con mucha precisi??n. Por eso pensamos que ???el Paco???, como le decimos de cari??o, ya estaba muerto y muy posiblemente es una mordida de transporte o incluso de carro??er??a???, detalla Luis Gonzalo Ortiz Pab??n, coautor del estudio, licenciado en Biolog??a de la Universidad Pedag??gica Nacional y maestrante en ciencias Biol??gicas de Uniandes.
Modelo 3D del f??sil, sobrepuesto al cr??neo de un caim??n negro moderno, de unos 4m y medio de largo.??
Foto:
Jorge W. Moreno Bernal
Un encuentro ??nico
Los cocodrilos son, de hecho, muy comunes en la fauna f??sil que se ha encontrado en
La Tatacoa
en el siglo que se lleva estudiando este lugar. ???Este es uno de los sitios fosil??feros m??s importantes de Colombia, porque, durante mucho tiempo, la Era Cenoz??ica, que es esa ??poca despu??s de que se extinguieran los dinosaurios hasta hoy, se conoc??a principalmente por localidades que estaban en la Patagonia, muy al sur, y lo que ocurr??a aqu?? en la regi??n tropical, no se conoc??a tan bien???, explica Moreno Bernal.
Hueso del ave del terror mostrando las cuatro marcas de mordidas.
Foto:
Jorge W. Moreno Bernal
Los estudios en La Tatacoa hab??an mostrado que en ese momento en esta parte del continente predominaban dos grandes grupos de carn??voros: los cocodrilos, algunos ya extintos completamente y otros primos de los caimanes y de las babillas actuales; y los esparasodontos, primos de los marsupiales. Al ser los primeros m??s grandes, se hab??a planteado que eran los principales agentes carn??voros de ese ecosistema, un hecho que cambi?? con el hallazgo del ave del terror.
El hecho de que el ave del terror y los cocodrilos de la La Tatacoa coincidieran hace el panorama del Cenozoico mucho m??s complejo. ???Este hueso de ave que descubrieron ???junto a otros que hoy los especialistas est??n estudiando??? nos hablan de un animal muy grande, un p??jaro de unos 350 Kg, como una avestruz, con un cuello m??s corto y una cabeza de ??guila muy grande, con el pico muy fuerte. Las relaciones entre esos tipos de carn??voros son complejas. Lo que encontramos es que a ese carn??voro grande, otro carn??voro se lo estaba comiendo???, asegura Moreno Bernal.
Adem??s, es la primera vez que se identifica el encuentro entre estos dos animales en el registro f??sil. ???Existe una interacci??n similar en unos dep??sitos m??s antiguos en
la Patagonia
(unos 40 millones a??os), con un hueso de una especie de un ave m??s peque??a, que fue consumida por un mam??fero primo de las zarig??eyas???, asegura Moreno Bernal, quien a??ade que la evidencia de este encuentro dej?? mordedoras m??s parecidas a las que har??a un perro en un hueso.
Sobre c??mo era el cocodrilo de La Tatacoa, los investigadores pudieron determinar que
se trat?? de un animal de la misma familia a la que pertenecen los caimanes negros del amazonas, las babillas y los cachirres, cuyos dientes traseros no son afilados
.??
De acuerdo con Moreno Bernal, entre los cocodrilos que habitaron en este ecosistema hace 12 millones a??os el ??nico que corresponde en tama??o a un animal capaz de dejar marcas como las que se encontraron en el f??sil del ave del terror es el famoso
Purussaurus neivensis
, un caim??n gigantesco, con unos cuatro metros de longitud, cuya especie puede alcanzar hasta los ocho metros.